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Reparar el corazón con lana y algodón

Desde lo terapéutico que es tejer se buscó que las mujeres privadas de libertad tuvieran una nueva oportunidad de reivindicarse socialmente, recuperar su dignidad, crear esperanza y que se sintieran gratificadas al hacer algo que se considera lindo, de calidad y muy valorado por otro. 

Así comenzó Tejidos San Joaquín, un taller de tejidos que se realiza en la Penitenciaría de Mujeres de San Joaquín desde el 2015. Sus fundadoras, Malala García y Milú Concha, luego de dos años, sumaron a dos voluntarias más al equipo, Paula Serrano y Josefina Morandé, para luego invitar a Carola Krebs y Francisca Saver a unirse a la causa. “Este proyecto nació como respuesta a una invitación que hicieron para trabajar en la cárcel sumada a una inquietud y motivación social que ya estaba presente en sus creadoras. Una de ellas fue fundadora de otro proyecto social muy exitoso de los años 80: el Taller de Conchalí. Con esta obra se pudo ayudar y dar trabajo a cerca de 100 mujeres de esa comuna”, explica Francisca Saver.


Además de reparar emocionalmente a cada una de las mujeres privadas de libertad, Tejidos San Joaquín busca aportar económicamente a sus familias y las hace pensar en una fuente de ingreso a futuro, cuando estén afuera. “Por otra parte, también les permite ocupar su tiempo, sentirse útiles y relajarse un rato. Hay varias que nos piden trabajo, ni siquiera pensando en el beneficio económico, sino más bien porque no tienen nada más que hacer y esto las distrae, el día se pasa más rápido y pueden evadir la dura realidad del encierro”, explica Francisca.


- ¿Cómo comenzó a implementarse este proyecto y cuál ha sido su evolución?

Tejidos San Joaquín partió como un taller enfocado al tejido a palillo de chalecos. El primer año fue difícil. Trabajaban alrededor de cinco mujeres, les costaba aprender y no lograban hacer el trabajo como se esperaba. Pero con los años entraron cada vez más mujeres, algunas ya con experiencia y buenas tejedoras. Se fueron dejando los chalecos de lado y se comenzaron a hacer amigurumis (técnica japonesa que teje pequeños muñecos usando el crochet) y otras figuras a crochet en lana y algodón. 

Hoy damos trabajo alrededor de 30 mujeres. A pesar de que ahora fluye de una manera más fácil porque es un taller que ya está andando y lo forman mujeres con mucha más experiencia, todo el tiempo le estamos dando la posibilidad a nuevas internas. Esto último es complejo porque ya llevamos más de un año sin poder entrar a la cárcel, limitando el monitoreo de su trabajo y la posibilidad de capacitarlas. A pesar de que mandamos patrones y especificaciones de cómo queremos cada producto, hoy les devolvemos más trabajos que necesitan arreglos porque no siempre saben bien cómo queremos las cosas y no podemos corregirles o enseñarles en vivo. Lo bonito que ha tenido todo esto es que la mayoría hace su mejor esfuerzo y, finalmente, las cosas terminan quedando muy lindas y dejando a las clientas felices.

En este contexto, se ha dado algo positivo; es un espacio en el que las mismas internas se ayudan y enseñan entre ellas.


- ¿Qué es lo que urge hacer como sociedad y qué radiografía pueden darnos de lo que está pasando hoy en la cárcel?

Esta obra social nos gratifica mucho porque vemos cómo influye positivamente en las internas, pero además nos hace mucho sentido porque como sociedad nos tenemos que hacer cargo de la realidad de pobreza, falta de posibilidades, discriminaciones, abusos, soledad, etc. que viven estas mujeres previo a delinquir, y que muchas veces las condiciona y lleva, finalmente, a estar tras las rejas. No es que todas sean “malas personas”, sino que muchas veces no les “queda otra”, no tienen otra opción más que traficar o robar. Por lo que creemos que es muy importante no olvidarnos de ellas y devolverles la confianza para darles la oportunidad de cambiar y que, a futuro, se puedan reinsertar socialmente.

Al trabajar a distancia con las mujeres, solo pudiendo entregar y retirar trabajo, sin poder juntarnos con ellas por protocolos Covid, hace que también aumenten mucho los llamados telefónicos entre las internas y algunas voluntarias. No solo por temas prácticos relacionados con los modelos y lo que tienen que hacer, sino también como una instancia de desahogo y contención emocional. Así que para varias de las que trabajan el taller es una labor 24/7.

La intensidad de nuestra labor también creció porque hace un par de años de ser solo conocidas por familiares y amigos, creamos una cuenta en Instagram: @tejidos_san_joaquin, lo que nos abrió cada vez a más público y potenciales clientes. Hoy nos alegra decir que contamos con más de 10.000 seguidores y no nos paran los pedidos. 


Contacto:

Instagram: tejidos_san_joaquin

Milú Concha: +56993300910

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